La persona con una enfermedad avanzada y su familia, experimentan una multitud de situaciones complejas llenas de incertidumbre, que implican altos niveles de estrés, temores, angustias y preocupaciones. Los constantes exámenes físicos, la espera, el recibir resultados, las secuelas de los tratamientos, el avance de la enfermedad, son todas circunstancias que complejizan la vivencia emocional, y que, por tanto, pueden requerir de apoyo por parte de profesionales.